Gilberto Bosques, un mexicano que ama a Cuba

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El Editor

Resumen

Gilberto Bosques es una de las figuras más importantes y representativas del oficio diplomático de México. Hombre que surgió del capítulo de Aquiles Serdán en la Revolución Mexicana y que llegó a ser emblema de la diplomacia de nuestro país en tiempos álgidos, es muy conocido por sus esfuerzos como cónsul general de México en París, Bayona y Marsella, cuando auxilió a los refugiados republicanos españoles y cientos de personas en la Europa más turbulenta durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, muy poco se sabe de su última misión diplomática en Cuba, cuando ejerció el cargo de embajador de 1953 a 1964, años de importantes definiciones y de un fortalecimiento en las relaciones —entrañables siempre— entre la isla de Martí y nuestro país.


En esta breve entrevista, concedida por el hoy embajador de México en Cuba, Miguel Ignacio Díaz Reynoso, funcionario en la Cancillería con más de 26 años de servicio, se cuenta un pasaje central y muy poco conocido, lindando por muchos años en la confidencialidad, de la historia diplomática mexicana.

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