Hacia la necesaria superación de algunos mitos de la universidad venezolana
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Resumen
La universidad está obligada a superar mitos y pensamientos anacrónicos en cuanto a su propia concepción y funcionamiento. Ha permanecido como una institución crítica y bastante lúcida en cuanto a las investigaciones sociales, aunque conservadora y miope para mirarse a sí misma. Se recapitulan en este artículo varios de los cuestionamientos que he realizado en las últimas décadas acerca de los modos fosilizados que tiene la universidad venezolana de pensarse a sí misma, lo que quiere decir: dogmatizar el concepto de autonomía; continuar con el uso de la trilogía medieval de conceptos: campus, cátedra y claustro; creer que la tarea universitaria es “buscar la verdad”; considerarse la institución monopolizadora de la creación del conocimiento; mantener la formulación de docencia, investigación y extensión como sus funciones básicas (a las que opongo la formulación de enseñanza-aprendizaje, investigación y gerencia); conservar un modelo gerencial de la vida académica sordo y ciego a los aportes que hizo Montesquieu a la modernidad; persistir en un modelo laboral desalentador; guiarse por la ficción romántica de que todo docente universitario debe ser un investigador, aunque la realidad sea ajena a esa fantasía.