Los debates sobre la universidad, sus funciones y relación con el Estado estuvieron signados, en nuestra América, por la proyección regional de la Reforma Universitaria de Córdoba, cuya fuerza marcó no sólo la configuración académica que adoptaran las instituciones sino también el imaginario político de los actores y la función social de la universidad. Desde entonces, el mapa latinoamericano y caribeño ha venido sufriendo cambios tanto radicales como paulatinos hasta hoy, en que las abigarradas orientaciones de políticas de los Estados y la reacia tradición autónoma generaron e impulsaron experiencias innovadoras y prácticas alternativas en la educación superior dignas de revisarse en parte y permanentemente.